Silvia C Carpallo, la bloguera de sexo más influyente de España, nos habla de vino

Escrito por

Lunes 25 de Mayo de 2015

Compártelo

Leído › 4279 veces

Silvia C. Carpallo es una de las blogueras sobre sexo más influyentes de España. En el blog Eros de El País, da rienda suelta a su doble formación como periodista -es colaboradora habitual de otros medios como SModa, La Vanguardia, El Periódico o La Razón- y sexóloga. Unámosle su condición de escritora de relatos eróticos y la recién estrenada de novelista, con la obra “Decirte adiós con un te quiero” , y tendremos a la persona ideal para hablar de vino desde el punto de vista sexual.

Empecemos por la parte científica del asunto. Según diferentes estudios, hay una relación fisiológica directa entre el consumo moderado de vino y el incremento del deseo sexual, tanto masculino como femenino. ¿Por qué?

Silvia_portada1Más que aumentar el deseo, lo que ocurre es que el alcohol, en líneas generales, nos desinhibe y, por lo tanto, en pequeñas cantidades, como una o dos copas de vino, nos hace sentirnos más relajados, más abiertos y más predispuestos al encuentro sexual, cosa que no ocurre si bebemos más de la cuenta, porque nuestra fisiología se pondría en contra… Qué os voy a contar, sobre todo a los chicos. En el caso concreto del vino, lo que sí está demostrado es que tiene un potente efecto vasodilatador, es decir, que permite que nuestra sangre circule mejor por el cuerpo y llegue de forma más rápida y fluida a nuestros genitales, que, ante un estímulo sexual, reaccionarán más y mejor. Pero, insisto, siempre en cantidades moderadas.

Sigamos por la parte cultural. ¿Hasta qué punto tenemos interiorizado, al menos en Occidente, ese vínculo entre el vino y el sexo? Prácticamente se remonta a la antigua Grecia…

El vino se asocia con el ocio, con dejar de lado la presión, el trabajo, y centrarse en un momento de disfrute y relajación. Beber vino es sinónimo de bienestar. Si hablamos de la antigua Grecia, podríamos unir el consumo de vino incluso a grandes bacanales, ya que vino y sexo eran sinónimos de desenfreno. Puede que hoy la cosa no se nos vaya tanto de las manos, pero sí es cierto que el vino se ha convertido en un objeto de seducción. El “vente a tomar un vino estupendo que tengo en casa" es una gran excusa para proponer sexo hoy en día. Una cena romántica o un momento de desconexión, tras el cual, indudablemente, pensamos tener una sesión de sexo, suelen introducirse con un vino, y es por eso que, en nuestra mente, estas dos ideas siguen estando muy unidas.

Atención: pregunta-paja-mental. El uso del sexo como reclamo publicitario está más visto que el tebeo. Ahora bien, vivimos en un país que, pese a ser una potencia mundial en su producción, tiene unos índices de consumo de vino cada vez más bajos y en el que, según una de las últimas encuestas realizadas al respecto, al 82% de sus ciudadanos les gustaría mejorar su vida sexual, el porcentaje más alto de toda Europa. En otras palabras: si, a todo ello, le unimos las evidencias científicas que comentábamos antes, pocos productos lo tienen tan a huevo como el vino para promocionarse usando el sexo como reclamo. Como comunicadora y sexóloga, ¿lo verías adecuado? ¿Algo en plan “Beba vino y copulará más y mejor”? ¿O sería una frivolización más?

Creo que ahí podríamos hacernos un lío, porque, en realidad, un exceso de alcohol hace que fracase estrepitosamente nuestro encuentro sexual, así que un mensaje tan directo como beber igual a copular más, nos conduciría a una nueva paja mental. Quizás la clave no esté en la cantidad, sino en la calidad, tanto en el vino como en el sexo. Me explico. Lo que hay que vender no es la idea de “beber” o “copular”, sino de “placer” y “disfrutar”. Unir el concepto de una copa de vino con el placer sexual, con el disfrute, tanto en pareja como a solas (no hay nada más ideal que masturbarse en la bañera con una copa de vino al lado y dejar que fluyan todos los sentidos). Hacer del vino un elemento añadido de la relación sexual, igual que ocurre, por ejemplo, con el sirope de chocolate y las fresas o con la más típica botella de champán. Si, en la puerta de una habitación de hotel, vemos estos dos elementos, sabemos indudablemente que ahí ha habido sexo; sin embargo, si vemos una botella de vino, podemos pensar hasta en una reunión de trabajo. Creo que esta idea podría ser una nueva línea por explorar, pero siempre que tenga esa perspectiva.

¿Se te ocurren algunos juegos eróticos en los que el vino pueda tener un papel destacado?

La imaginación no tiene límites, salvo los que nosotros nos queramos poner. Podemos jugar, igual que comentábamos con el sirope o el champán, a lamer el vino del cuerpo de nuestro amante en vez de beberlo de nuestra copa. También hacer una cata de vinos que pase de boca a boca. Todo consiste en que cada uno busque sus propios juegos según sus gustos y, si se es un amante del vino, podría ser divertido incluirlo también en nuestra vida sexual como un nuevo juego.

Estás en el tramo de edad (18-35 años) que más nos preocupa a los aficionados al vino, porque es el que más pasa de él, pero tú sí eres consumidora. Desde tu experiencia, ¿por qué crees que el vino no cala en la juventud? ¿Cuáles son tus hábitos vinícolas?

Entiendo que las estadísticas mandan, pero, en mi entorno, sí que observo un cambio en el consumo de vino. De los 18 a los 25 se tiende a tomar bebidas más baratas, como la cerveza o los minis, que pueden llevar vino, pero de muy mala calidad. Es una cuestión de consumo: se busca beber más y más barato. A los 25, esa mentalidad cambia y, como decía antes, buscamos más la calidad que la cantidad, o sea, beber menos pero mejor. Curiosamente, esto también pasa en el sexo: cuando se es más joven, se piensa en “cuanto más, mejor”, y muchas veces no se piensa en el cómo, pero, llegada cierta edad, en la que, además, se suele tener pareja estable y la cantidad está asegurada, se busca mejorar la calidad de las relaciones.

En mi entorno, bebemos más vino las mujeres; ellos suelen ser aún más de cerveza o de un cubata, pero el ocio entre chicas gira mucho sobre “irnos a tomar un vino”, por norma general blanco y afrutado. Hemos pasado del ocio nocturno de las discotecas al atardecer entre vinotecas. Nos regalamos vino por nuestros cumpleaños o comentamos marcas o los gustos de cada una cuando nos invitamos a comer a alguna casa. No somos grandes expertas, pero sí que es cierto que el ocio de las mujeres de 25 a 35 comienza a estar muy relacionado con el mundo del vino.

De hecho, en tu novela, las protagonistas empiezan a introducirse no sólo en una nueva forma de entender su sexualidad, sino también de entender el vino. ¿Por qué has incluido esta relación entre ambos mundos en el libro?

cubiertaSIlviaPrecisamente por lo que comentábamos antes. La novela habla de tres mujeres que se acercan peligrosamente a los 30 y deben aprender a despedirse de su juventud y a madurar, tanto en la amistad y en el amor como en el sexo. También cambia su ocio y la forma en la que ellas mismas se relacionan, y el vino es uno de esos factores que anuncia el cambio. Además, es un elemento de seducción y, de hecho, las escenas más picantes siempre son introducidas por un “momento vino” entre los dos protagonistas. Viene a ser un gran resumen de todo lo que hemos hablado. El vino como elemento de placer, de seducción… y una nueva forma de ocio entre mujeres cosmopolitas y jóvenes.

Un artículo de Maldita Filoxera
¿Te gustó el artículo? Compártelo

Leído › 4279 veces