¿Piensas qué es mejor el vino si su botella es pesada?

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Viernes 17 de Enero de 2014

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Hola "Vinetureros", hacía tiempo que no escribía algo por aquí y quiero ahora dejaros un pequeño fragmento de un artículo de Carlos Delgado que leí en el diario El País y que me parece muy oportuno compartir.

Carlos delgado hace alusión, una vez más, a la necesidad de darnos cuenta que lo importante es el vino y no el envoltorio, las puntuaciones, los premios y demás.

En este artículo explica como tendemos a asociar una botella pesada de vino con un vino de mayor calidad y como poco a poco esa idea se está disipando gracias a organismos y empresas que empiezan a primar el medio ambiente y la ecología sobre el marketing. Estas son algunas de las ideas principales del artículo.

La insoportable pesadez de la botella Por: Carlos Delgado

Pocas son las bodegas que se resisten a la tentación de utilizar envases que duplican el peso habitual de una botella para su vinos de la gama alta. Desde luego, hay razones de “peso” para ello.

Vivimos en una sociedad donde el continente tiene la misma, cundo no más, importancia que el contenido. Se valora el aspecto exterior muchas veces por encima de la virtudes intrínsecas de un producto. Esta supremacía de lo accesorio sobre lo sustancial permite a los avispados profesionales del marketing otorgar una apariencia de calidad superior a productos mediocres. Eso no significa, por supuesto, que todo vino embotellado en vidrios de 800 o más gramos no pueda ser muy bueno, incluso excelente.

Lo que me interesa traer a este blog, y de paso propiciar un debate entre los amantes del vino, es el coste energético y su impacto en el medio ambiente de tamaño despilfarro de vidrio. Un tema que, en mi opinión, debe estar siempre presente en cualquier actividad humana.

En efecto, pese a que el impacto medioambiental de la botella de vidrio es mucho menor que el de otros envases las organizaciones mas preocupadas con el cambio climático buscan la manera de reducir su huella de carbono, tanto en los procesos de elaboración como en el peso de la botella.

Así, la empresa canadiense Liquor Control Board of Ontario (LCBO) añade recargos a las bodegas que no cumplan con el requisito de un peso máximo estándar de 420 g. Políticas como estas han conseguido reducir el peso de las botellas de vino, inicialmente de 540 g., hasta 340 g.

En nuestro país, Ecovidrio, una asociación sin ánimo de lucro, propicia la reducción de la huella de carbono en los envases de vidrio.

Incluso en el caso de los espumosos naturales, que necesitan utilizar una botella gruesa debido a que deben soportar la presión del gas carbónico, también se busca reducir su grosor. Como hace el CICV (Comité Interprofessionnel du Vin de Champagne), que recomienda reducir el peso de la botella de 900 a 835 g.

Por eso, me cuesta aceptar la moda de la botellas pesadas o de diseños troncocónicos disparatados. No entiendo el sentido de pagar más del doble por una botella de 600 g. y hasta 900 g., cuya única aportación es provocarnos la sensación de que tenemos entre manos un gran vino. Desgraciadamente, todavía hay consumidores que consideran, aunque sea inconscientemente, que una botella de vino “aligerada” sólo puede contener un vino igualmente ligero.

Somos los consumidores los que debemos primar a las bodegas que adoptan una política de respeto medioambiental, empezando por aligerar las botellas. No se me alcanza el interés en manejar una pesada y gruesa botella, difícil de servir y mucho más de almacenar, salvo un poco consciente deseo de aparentar. Porque el destino del vino es la copa, paso previo al gozoso trago.

Fuente: http://blogs.elpais.com/de-vinos/2014/01/la-insoportable-pesadez-de-la-botella.html

Un artículo de Luis Pablo
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