Sábado 23 de Octubre de 2021
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Cada plato debería tener un vino de acompañamiento ideal, capaz de realzar sus aromas y sabores, nunca eliminarlos. Elegir la botella adecuada puede transformar tu próxima cena en una experiencia sensorial impecable.
Recuerda, nos sentamos a la mesa básicamente para comer.
La Asociazione Italiana de Sommelier, donde estudio, utiliza un método (Mercadini) basado en principios de contraste o concordancia de sabores entre plato y vino. Siguiendo la metodología de esta escuela, aprovecho para daros algunos consejos, explicados de manera sencilla para que os resulte fácil encontrar un buen maridaje.
CONTRASTES VINO – PLATO.
Los taninos presentes en el vino serán los encargados de secarnos el exceso de líquidos en la boca. El tanino es perceptible como una sensación de astringencia, por lo que es perfecto para mitigar la untuosidad de nuestro plato.
Un buen grado de efervescencia /acidez ayuda a suavizar la presencia de grasa en la boca, especialmente en platos con aceites o grasas. Ideal maridar un vino espumoso con platos donde abundan ingredientes fritos, o por ejemplo con pescados con alto componente de grasa.
Los alimentos grasos requieren combinaciones con vinos frescos, para restaurar una sensación de equilibrio en las papilas gustativas.
Cuanto más sabroso es el plato, más alto debe ser el porcentaje de alcohol del vino. Un ejemplo serían los quesos importantes (curados) acompañados de tintos de alta graduación. Daremos entonces al vino y al queso la misma importancia, atencion pues al escoger el porcentaje de alcohol del vino.
CONCORDANCIA VINO – PLATO.
Si la estructura de la comida es importante, se requiere un vino con buen cuerpo. De otro modo nunca ecogeremos un vino importante si tenemos una simple tortilla o huevo frito. Si rallamos algo de trufa blanca por ejemplo encima del huevo, entonces ya cambiamos la estructura y en ese caso un vino de estructura media seria perfecto.
La dulzura de la comida requiere un vino dulce; de lo contrario, las notas saladas y amargas prevalecen de una manera desagradable. Los postres siempre con vinos dulces.
Cuando tenemos un plato con ingredientes con sabores intensos, donde en cada bocado nos acompañarán durante mucho tiempo, entonces será necesario encontrar un vino de igual itensidad y persistencia, o al menos uno que se le acerque. Irán bien vinos intensos en la nariz y persistentes, pero no demasiado agresivos (con poco cuerpo).
Los alimentos de gran aromaticidad y / o picantes, crean un fuerte impacto gustativo y el vino, que para no ser enmascarado, debe tener una adecuada intensidad gustativa-olfativa.
Ahora ya sabes que parámetros tendrías que tener en cuenta en tu próxima comida o cena especial.
Antes de ir a esa cena donde te han invitado, pregunta al anfitrión que es lo que va a cocinar :-)
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