La cadena de valor en el sector del vino ( I I )

Segunda parte

Quinta.- La relevancia y conexión ineludible del vino y la gastronomía con las actividades colaterales del sector cultural rural (enoturismo y visitas de agroturismo) y de ocio tanto en el medio rural como urbano, si bien es en el medio rural donde supone una verdadera fuente de ingresos y dinamización del entorno. Así, solo las bodegas y museos de interpretación del vino, aulas del vino, etcétera, han facturado 85,5 millones de euros en 2019 gracias a las visitas recibidas y las ventas asociadas a las mismas. Por otra parte, el número de visitantes ha superado en 2019 los tres millones, siendo extranjeros una cuarta parte de ellos (Datos de la Asociación Española de Ciudades del Vino -ACEVIN-en su informe de visitantes a bodegas y museos del vino en 2019).

Sexta.-  En la elaboración del vino participan en torno a las 4.000 empresas, incluyendo cooperativas, bodegas de pequeño y mediano tamaño, así como grandes bodegas. El modelo cooperativo se estima que cuenta con una cuota, en términos de volumen de producción, de en torno al 60% en España, y su presencia es más destacada en las grandes áreas productoras de vino.

No obstante, existe una gran diversidad de cooperativas, que la producción de sus socios cooperativistas y que van desde las de reducido tamaño (más numerosas), hasta las cooperativas de segundo grado, que integran a su vez a otras cooperativas y que tienen una mayor orientación hacia el mercado. Son principalmente las de cierto tamaño las que cuentan con actividad exportadora destacando, en valor, los grandes grupos bodegueros pues los diez principales acapararon un 44% de las ventas de vino en 2018 con una clara orientación a los mercados internacionales.

En otro orden de cosas, y siendo el vino un producto de elevado valor añadido, dicha circunstancia de calidad asociada a determinados estilos y/o tipos de vino han incrementado su presencia en otros canales como los clubs de vino, las vinotecas o las tiendas gourmet.

Además, existen una serie de "actividades suministradoras clave", que generan un efecto arrastre o tractor (verbi gr. la industria del corcho para la fabricación de tapones (el 95 % aproximadamente de su negocio corresponde a los tapones de cierre del vino), la madera y la tonelería para las barricas, la producción de botellas de vidrio o la fabricación de productos fitosanitarios y enológicos necesarios para los procesos de producción y elaboración del vino, la fabricación de herramientas y bienes de equipo utilizados para el tratamiento y recolección de la uva así como en los procesos de producción, etcétera.

Las bodegas españolas dedicadas a la crianza de vino poseen un parque de unos dos millones de barricas de roble, para cuyo mantenimiento y renovación son necesarias inversiones anuales de alrededor de 90 millones de euros. Además, el envejecimiento en botella dota al vino de cualidades adicionales, permitiendo su mejora en complejidad y finura.

Otro factor a destacar es el referente a las inversiones anuales del sector vitivinícola destinadas a la mejora de las instalaciones, procesos y equipos, cuyas cifras de inversión superan los 570 millones de euros anuales, según datos del Instituto Nacional de Estadística INE, destinándose más de 16 millones de euros a activos intangibles (patentes, gastos en I+D, diseño e imagen de marca, etcétera).

Por último, respecto a las actividades de I+D+i en el sector vitivinícola español, la Plataforma Tecnológica del Vino (PTV) es un referente en el impulso de las mismas, configurándose como un instrumento sectorial para la generación y difusión de proyectos de investigación e innovación, receptores de financiación tanto nacional como internacional, fundamentalmente de la Unión Europea, siendo un factor preponderante de valor añadido la posición de liderazgo mundial que ocupa España en  cuanto al volumen de publicaciones de investigaciones científicas vinculadas al sector vitivinícola.

Fuente: OIVE y OeMv