El vino del Ribeiro, arma secreta en la única victoria de la armada invencible

Un insólito suceso, prácticamente ignorado por el relato oficial, nos ofrece el contrapunto tragicómico a una de las pocas  unanimidades...

Escrito porLuis Congil

Viernes 07 de Agosto de 2020

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Un insólito suceso, prácticamente ignorado por el relato oficial, nos ofrece el contrapunto tragicómico a una de las pocas  unanimidades de la historia española.  Mientras casi todos los discursos coinciden en que  la Armada  "Invencible" fue un desastre estratégico y militar sin parangón, un hecho viene a revelarnos que existió al menos una victoria pírrica. Se trata del episodio acaecido el 9 de agosto de 1588 a bordo del galeón "San Felipe", que gracias a la codicia de las tripulaciones holandesas por su cargamentode vino del Ribeiro, dio con más de 300 marineros neerlandeses en el fondo del mar.  Una narración de una victoria inesperada y agridulce (inútil por demás) posiblemente la única de aquella "Grande y Felicísima Armada",  que nos llega aún con la tinta caliente de manos del profesor  Celso Rey en su  "Beber, necesidad y placer", recién salido de la prensa de la Editorial Caligrama.

"Felipe II fue en una ocasión rey de Inglaterra y quiso volver a serlo". Así explica el catedrático de Yale y premio Pulizter  John Lewis Gaddis el origen del conflicto que culminó con el envío de la Invencible para conquistar Inglaterra, en su obra de referencia  "Grandes Estrategias"  (Taurus, 2019). Según Gaddis, la muerte de su esposa,  la reina María Tudor, le hizo plantearse a Felipe una posible boda con su sucesora y  hermanastra, Isabel, que lo rechazó. Sería el inicio de una gran serie de desencuentros que culminarían en el desastre de la Armada española, y que provocaría, indirectamente, el fin de la edad de oro de los vinos gallegos:  hasta entonces los "ribadavias" eran verdaderas "divas" internacionales en los mercados de Flandes, Inglaterra y Holanda, hasta donde llegaban desde  Pontevedra, su "puerto natural" desde la "Marisma de Castilla" (Ana Rivera Medina,  "El viñedo y el vino de Ribadavia", 2013).

El episodio que recoge Celso Rey en "Beber, necesidad y placer" aconteció el  9 de agosto de  1588 -hace este domingo 432 años- cuando  el galeón "San Felipe", uno de los cuatro buques insignia de la Armada española, fue rodeado por barcos enemigos.  El  "San Felipe", según el historiador y diplomático estadounidense  John Lothrop Motley (History of the Nertherlands, V. II cap. XIX) quedó copado  y fue abordado,  mientras aguardaba una ayuda española que no pudo llegar.

Según el relato de Lothrop,  "los soldados que lo abordaron se encontraron, entre otros elementos de valor, 48 cañones de bronce y algunos barriles de vino de Ribadavia que fueron más mortíferos que lo habían sido las piezas de artillería de las que el barco iba equipado".  En buena parte por culpa de  la excelente fama de los caldos gallegos -continúa el autor americano-  los soldados "dándose un respiro después de los trabajos para la captura, creyeron oportuno celebrarlo bebiendo el vino de aquellos barriles todavía intactos. El "San Felipe", con numerosas vías de agua debido a los cañonazos propinados por los barcos, dio un giro repentino hundiéndose en el mar y llevándose consigo a los trescientos alegres celebrantes".

El "San Felipe", de 40 cañones, figura en los registros históricos comandado por Francisco de Toledo, y fue abandonado el 8 de agosto de 1588 frente a Nieuwport y Ostende, y capturado el 9 de agosto por la patrulla de las Provincias Unidas que habría de encontrar tan desdichado final. Una némesis de lo que sucedería a continuación: el fin de la edad de oro de los vinos gallegos, que verían desplomarse su volumen de exportaciones en las décadas siguientes,  gracias a la sucesión de convulsiones bélicas, religiosas y  políticas que envolvieron a  Europa.

Las guerras venideras

Si el asedio y saqueo de Ribadavia por el duque de Láncaster en 1386 fueron el  trampolín internacional de vino del Ribeiro, gracias al buen sabor de boca que dejaron en la nobleza y la tropa inglesa, las guerras venideras habrían de desandar el camino.  Además del éxito  de los ribadavias que relatan las "Crónicas de Froissart", otros aspectos de lo que hoy llamaríamos geopolítica internacional actuaron como desencadenantes de  los primeros años felices de los vinos gallegos.

Para Elisa Ferreira Priegue (Galicia en la Marisma de Castilla, Instituto de Estudios Riojanos, 2005) Galicia va a introducirse en los grandes puertos a partir de la segunda mitad del siglo XIV, "tras la crisis coyuntural de los vinos gascones provocada por la Peste Negra. Tendrán, desde entonces, bastante éxito en esta línea, dentro de la tendencia general a la ruptura del monopolio bordelés".

Desde entonces, y con altibajos e interrupciones provocados por nuevas  conmociones europeas,  como las de la Guerra de los Cien años entre Francia e Inglaterra, el vino partiría desde los puertos de Galicia para conquistar los mercados del Báltico y el Mediterráneo, elevando a los "ribadavias" a sinónimo de lujo y calidad, y esperando a que el choque de trenes entre las potencias mundiales los devolviese a los mercados internos.

Pero, en fin, cuando una puerta se cierra, otra se abre.  Según  Meruéndano, historiador local decimonónico de referencia en Ribadavia "en 1592 se embarcan en Ferrol con destino a América  127 pipas de vino Ribeiro a 190 reales cada una", precio muy similar al del jerez de la época.

América asomaba ya como horizonte obligado para las emigraciones de Galicia.

Salud, y viejas historias. Con vino.

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