Ciega de fama mundial cataba el vino en la mesa con la misma pasión que un sumiller.

Y es que observando a varios ciegos que conozco -de los que disfrutan del buen vino- los pondría como ejemplo...

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Jueves 18 de Junio de 2020

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Y es que observando a varios ciegos que conozco -de los que disfrutan del buen vino- los pondría como ejemplo de buenos catadores de vino. Los ciegos no se distraen con la vista y se concentran más en el olor y el sabor. El tacto también lo utilizan disfrutando de las formas de las copas. El oído lo utilizan desde el momento en el que se escancia el vino. La vista cuando al menos distinguen "sombras chinescas" hace que disfruten moviendo el vino con gracia sin que se escape de la copa.

Mi adorada Alicia Alonso, la más grande "Prima Ballerina" de la historia del Ballet clásico era un ejemplo de lo que acabo de afirmar. Otras veces también lo he observado en otros ciegos que aprecian el buen vino.

Ahora que escribo sobre el tema lo recuerdo como si fuera ayer y es que cuando sucedió no me llamó la atención y nunca pensé en relacionar el hecho con el mundo del vino.

Este es un hecho real que viví y que por circunstancias de la vida te relacionan con personajes que a la vez son líderes en su profesión. Ser líder en tu profesión no conlleva ser líder en otras facetas de la vida pero generalmente el líder en algo suele ser persona muy especial que no es lego en otras facetas de la vida sino altamente sensible.

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Por razones que no vienen al caso en este momento, cada vez que Alicia Alonso viajaba a Madrid a la cabeza de su compañía "El Ballet Nacional de Cuba" me llegaba a casa una invitación para asistir a la gala de inauguración de la temporada. Su jefa de relaciones públicas se encargaba.

Este detalle me llevó un día a preguntar a su abogada -la abogada del Ballet y mano derecha de Alicia Alonso en muchas cosas de la diva, -su mano izquierda y su bastón era su marido Pedro- si no sería muy osado por mi parte invitar a la Prima Ballerina a almorzar en uno de sus descansos en la cátedra Alicia Alonso que dirigía en la Complutense de Madrid. La abogada, Reina se llamaba, me confirmó la cita que la diva me agradeció con cariño y me los llevé -a Alicia A. y a su marido- a almorzar.

Durante el almuerzo pude confirmar que A. Alonso solo veía sombras desde hacía ya mucho tiempo. Aun así –no solo ciega sino rozando los 80 años de edad- era capaz de salir a un escenario a bailar magestuósamente siempre bajo el cuidado admirable de alguno de sus bailarines estrella.

De ese almuerzo es de donde me vienen los recuerdos de como la Prima Ballerina tomaba la copa que le acercaba Pedro. Después la movía como hacen los grandes sumilleres. La acercaba a su nariz y olía profundamente el vino antes de llevárselo a la boca pausadamente para paladearlo igualmente como hacen los super profesionales.

Era la segunda vez que yo estaba sentado frente a la diosa del Ballet. La primera vez fue presenciando un ensayo del Ballet Nacional de Cuba en La Habana. Esa primera vez dirigía de oído y se respiraba lo electrizante del ambiente. Era la Alicia dura, odiada y perfeccionista. Esta vez era la Alicia humana capaz de disfrutar de un buen vino, una comida, una sobremesa y un chupito de añejo cubano. 

Foto: Gran Teatro Alicia Alonso en La Habana-Cuba, rebautizado con el nombre de la diva.

 

by www.termometrosparavinos.com

Un artículo de Ignacio Garcia
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