Érase una vez en Vinland

Historias curiosas del vino, por Francisco Aloia. Érase una vez en Vinland.     «Vinland» -Winland o Vinlandia- no es un club de...

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Viernes 01 de Mayo de 2020

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Historias curiosas del vino, por Francisco Aloia. Érase una vez en Vinland.

 

 

«Vinland» -Winland o Vinlandia- no es un club de fútbol, ni un reino de cuento de hadas o de la Tierra Media, ni una denominación de origen de vinos afamados. Pero pudo ser tranquilamente el nombre del continente que hoy felizmente habitamos: América. Se muy dentro mío que en estos momentos se estarán preguntando si es que la cuarentena ya empezó a afectarme, y la respuesta es ¡no! Bueno, o eso es lo que creo.

Pues bien, cuentan las leyendas y sagas nórdicas que aproximadamente en el año 1000 d. C. un explorador vikingo de origen islandés llamado Leif Eriksson -hijo de Erik el Rojo, conquistador de Groenlandia-, durante una de sus muchas travesías náuticas recorrió las costas de la península de Labrador, Canadá, para luego establecerse en algún punto costero de la actual isla de Terranova, ¡nada más y nada menos que unos 500 años antes de los viajes de Cristóbal Colón con sus carabelas!

Y esto es mucho tiempo. Imagínense por un momento, que se descubriera por estos días que en el año 1500 d.C., un viajero desconocido hubiera llegado a la Luna, 500 años antes de la misión Apolo 11, comandada por la NASA. Imaginen también, que 500 años es la misma distancia en tiempo que nos separa a nosotros, en 2020, de la llegada de Colón a un nuevo continente, para los europeos de aquella época por supuesto. Lo que sucedería con la llegada de Colón al «nuevo mundo» es historia conocida por todos.

 

Sigamos pues con los vikingos y su expedición. Además de encontrar abundantes cantidades de salmones y pastizales en esta nueva tierra, Leif se encontró con un gran número de vides silvestres que trepaban por doquier en árboles y arbustos, motivo por el cual bautizó a estos nuevos territorios como «Vinland», literalmente tierras de viñas. Cuenta la saga de los groenlandeses -una de las sagas nórdicas- que fue Tyrker el «Alemán», esclavo o padre adoptivo de Leif, quien notó la presencia de las vides por primera vez, según puede leerse en la saga:

«Leif dividió a sus hombres en dos partes, que se turnaban en la exploración de los alrededores. Él advirtió a sus seguidores mantenerse juntos y volver para dormir en su asentamiento. Una noche Tyrker no regresó con su parte. Profundamente consternado, Leif, al frente de doce hombres, fue en busca de él, y él no había avanzado mucho cuando descubrió al anciano alemán, muy emocionado, gesticulando salvajemente, y evidentemente ebrio. ¿Por qué, mi tutor?, gritó Leif, ¿Has llegado tan tarde? ¡¿Qué te hizo dejar a tus compañeros?!, respondió Tyrker en alemán, pero al recordar que los nórdicos no podían entenderle, habló, después de un tiempo, en su lengua: No he ido muy lejos; todavía tengo algunas noticias para usted. He descubierto vides cargadas de uvas. ¿Está diciendo la verdad, mi padre adoptivo?, exclamó Leif. Estoy seguro de decir la verdad, dijo Tyrker, porque en mi tierra natal hay viñas en abundancia».

 

 

Los vikingos establecieron en Vinland un pequeño campamento, conocido como Leifsbudir -las casas de Leif-, al que abandonaron a los pocos años. Si bien en las sagas se hace mención de encuentros pacíficos e intercambios de mercaderías -como pieles y alimentos- entre los vikingos recién llegados y los habitantes nativos, se hicieron también cada vez más frecuentes los enfrentamientos violentos que forzaron a los exploradores a abandonar la empresa. De este modo, Vinland se convirtió con el paso del tiempo en una tierra legendaria. Y fue leyenda hasta que en el año 1960 -¡casi 1000 años después de su asentamiento!- un grupo de arqueólogos noruegos, liderados por Helge Ingstad, encontró los restos de una aldea vikinga en la localidad de L'Anse aux Meadows, ubicada en la punta norte de la isla de Terranova. Las pruebas realizadas con carbono-14 a los restos hallados datan alrededor del siglo XI, lo que nos lleva a pensar que puede tratarse de Leifbudir.

 

 

Adán de Bremen, uno de los historiadores alemanes del medioevo más importantes de aquella época, escribió en 1075, luego de entrevistar al rey Svend II Estridsson de Dinamarca, lo siguiente acerca de estas tierras y sus vinos: «Además, también ha reportado -el rey Svend- una isla descubierta por muchos en ese océano, que se llama Winland, por la razón de las vides que crecen allí por sí mismas, produciendo el mejor vino». No se ustedes, ¡pero yo muero por beber una copa de ese vino!

Es muy probable que estas vides de uva tinta que observaron los vikingos hayan sido de la especie de vid americana -no vinífera- Vitis riparia o vulpina, conocida también como «Riverbank» pues se reproduce con facilidad en las riberas de ríos y las orillas de lagos. La Vitis riparia se caracteriza por soportar temperaturas extremadamentes frías -hasta -40ºC-, ser resistente al moho y la filoxera. En la actualidad, el fruto de estas vides se utiliza para elaborar mermeladas y vinos artesanales tanto en Canadá como en el norte de Estados Unidos.

 

 

Les propongo ahora, imaginar la situación en que el nombre dado por los vikingos a nuestro continente hubiera perdurado hasta nuestros días, claro está por sobre el de América -puesto en honor a Américo Vespucio-. ¿Seríamos nosotros «sudvinlandeses» acaso? ¿Se imaginan una «Copa Libertadores de Vinlandia»? ¿Las siglas de «E.U.A.» cambiarían por «E.U.V.»? Y los dejo seguir imaginando...

Espero les haya gustado, y pueden seguir mi cuenta en Instagram @frank_somm o visitar mi sitio en el Blog de Frank Somm para ver más historias curiosas del vino y mucho más.

¡Salud amigos!

Un artículo de Francisco Aloia
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