El vino en el Decamerón

El Decamerón, escrito por Giovanni Bocaccio entre 1351 y 1353, es el libro por excelencia de las plagas y las...

Escrito porLuis Congil

Lunes 23 de Marzo de 2020

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El Decamerón, escrito por Giovanni Bocaccio entre 1351 y 1353, es el libro por excelencia de las plagas y las epidemias. Y por supuesto, en él está presente el jugo fermentado de la uva. Esta obra, obligatoriamente resucitada por la actual crisis del coronavirus, contiene valiosas referencias al consumo y al cultivo del vino en la región italiana de Toscana en el período previo al Renacimiento. Uno de ellos guarda un curioso paralelismo con algunos vinos españoles, concretamente con ciertos blancos de Galicia.

El vino ha sido siempre el mejor aliado de la humanidad contra las enfermedades, no por las que ha curado, sino por las que ha prevenido. El uso antiséptico del vino mezclado con agua para uso común ha sido, posiblemente, la mayor herramienta de la antigüedad en la prevención de infecciones bacterianas alimentarias, al menos en las eras anteriores a la cloración del agua y la difusión de la penicilina.

El poder sanitario del vino, además, se ha multiplicado desde que Ramón Llull introdujese en Europa la destilación del "espíritu del vino", el alcohol, de gran valor por su poder desinfectante. No es casualidad que uno de los primeros usos documentados de alcohol en España fuese en Galicia, en el Hospital Real de Santiago -hoy parador nacional- que tenía su propia planta de destilación para tratar a los enfermos. Curiosamente, el Hospital Real también tiene el "mérito" de registrar el primer fraude fiscal, en un caso en el siglo XVIII en el que se hizo pasar por alcohol medicinal otro que estaba destinado a "uso de boca" (ver exposición "La historia del licor de café" ", en el Museo del Claustro Mercedario, Verín, Ourense).

El Decamerón de Bocaccio, subtitulado "Príncipe Galeotto", es una compilación de cuentos elogiosos del erotismo, de la inteligencia y de la vida, escrita justo cuando la gran peste negra o "muerte negra" de 1347 devastó Europa a causa del bacilo Yersinia pestis. Fue la misma plaga que, como han puesto de relevancia las recientes conferencias del ciclo "Do Viño 2019" del Museo del Vino de Galicia (San Andrés de Camporredondo, Ourense) causó, a la larga, un gran avance de la viticultura en todas las zonas productoras, al redistribuir la propiedad de la tierra después de la gran mortandad, y aumentar significativamente la tierra roturada para nuevos viñedos, especialmente por la iglesia.

Vino blanco

En el Decamerón hay varias referencias interesantes al vino medieval. Algunas son alusiones al ciclo del vino - cosecha, estrujado - o la costumbre de los campesinos de consumir en otoño "el mosto y la castaña". En algunas historias, como en la segunda narración del sexto día, el vino es claramente el protagonista: el panadero Cisti logra la amistad de micer Geri Spina, influyente "conseguidor" del Papa, mediante la estratagema de tentarlo día tras día "con una pequeña jarra boloñesa de su buen vino blanco ", del que termina por darle un barril.

¿Pero, de que tipo era el vino del Decamerón? La referencia más concreta a un vino en particular es a la "vernaccia" y a la "vernaccia de Corniglia". Específicamente, en la Tercera Historia del Octavo Día, Maso intenta convencer al simple Calandrino de que "en la tierra de los vascos" (sic) atan "las vides con longanizas" y que hay una "montaña de queso parmesano rallado" en la que en la parte superior cocinan "macarrones con ravioli" que lanzan implacablemente a las personas que pasan. Al pie de esta montaña prodigiosa -intentan convencer al lerdo- "corre un río entero de vino de vernaccia sin una gota de agua".

La vernaccia es una uva característica de la región de la Toscana, un área reconocida por producir blancos de alta calidad, con buena acidez y toques cítricos y que algunas regiones - vernaccia de San Gimiamo, vernaccia de Oristano - se pueden usar en coupages similares en carácter a algunos españoles. Es, por lo tanto, un blanco fresco e intenso, con notas de cata de fruta blanca y tonos herbáceos, que invita a la sabrosa degustación del maravilloso paisaje de la región, condensado en cada copa.

¿Les recuerda a algún vino? Por supuesto: los blancos gallegos de cualquiera de las denominaciones de origen atlánticas -Rías Baixas- o interiores -Ribeiro, Monterrei, Valdeorras, Ribeira Sacra- podrían tener una tarjeta de degustación similar, ya sean los del godello, la treixadura o el albariño. Una sugerente coincidencia que es toda una invitación al conocimiento del vino y a la enología comparada, en estos tiempos de encierro, para leer con una copa de cualquiera de ellos las historias del Decamerón. ¡Salud !, hoy más que nunca.

Un artículo de Luis Congil
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