Lunes 28 de Octubre de 2024
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La industria del vino en Estados Unidos se prepara para una situación incierta ante las próximas elecciones presidenciales. Sea quien sea el ganador en noviembre, el sector del vino y los licores podría sufrir serias dificultades, dadas las políticas impredecibles que han caracterizado a las últimas administraciones. Durante el mandato de Donald Trump, las tarifas a productos de Europa, que incluían vinos de Francia, España y Alemania, además de bebidas espirituosas del Reino Unido, golpearon a restaurantes, bares y tiendas estadounidenses. Además, la guerra comercial con China duplicó los aranceles sobre los vinos estadounidenses exportados, lo que afectó considerablemente a las bodegas locales que intentan expandirse en ese mercado.
Cuando Joe Biden asumió la presidencia, redujo las tensiones comerciales tanto con Europa como con China. Sin embargo, durante su administración, las ventas de vinos y licores han caído considerablemente. Algunos atribuyen parte de esta disminución a la falta de una postura clara sobre la relación entre el consumo de alcohol y la salud. Según críticos, el gobierno de Biden ha permitido que voces con posturas prohibicionistas influyan en la discusión pública, evitando una comunicación científica equilibrada. Este cambio de tono en la administración actual podría dar una ligera ventaja a Kamala Harris, la candidata demócrata en la carrera de 2024, ya que en ocasiones ha mostrado su aprecio por el vino, siendo originaria de California, una de las regiones vinícolas más importantes de Estados Unidos. Harris incluso fue miembro del club de vinos de la bodega Rock Wall en Alameda. Sin embargo, no se ha pronunciado formalmente sobre temas relacionados con políticas de alcohol, lo que refleja que ni ella ni Trump han incluido estos temas en sus agendas de campaña.
Las políticas en torno al alcohol y al vino en Estados Unidos se verán afectadas en varios frentes según los resultados electorales, especialmente en términos de aranceles, inmigración y las futuras pautas dietéticas del país. En cuanto a los aranceles, Trump ha declarado recientemente que estudia eliminar el impuesto sobre la renta y sustituirlo por un sistema basado en tarifas aduaneras, lo que implica la posibilidad de volver a imponer aranceles a los vinos europeos, tal como lo hizo en su anterior mandato. Esto ha generado preocupación en organizaciones como la Alianza Comercial del Vino en Estados Unidos (USWTA, por sus siglas en inglés), que recientemente organizó una conferencia de prensa para advertir sobre los efectos negativos de tales políticas. Según su presidente, Ben Aneff, estos aranceles no solo afectan a los productores extranjeros, sino principalmente a los negocios estadounidenses que operan como distribuidores y minoristas de vinos importados.
Empresarios como Andrew Fortgang, propietario de restaurantes en Portland, han señalado que sus ingresos dependen en gran parte de los programas de bebidas, y los aranceles elevan los precios de los vinos extranjeros, lo que disuade a los consumidores. "Si ponemos un vino francés en el menú y debemos subir su precio, los clientes simplemente no lo pedirán", explicó Fortgang, subrayando que esto afecta directamente sus márgenes de ganancia, ya que los clientes podrían optar por bebidas alternativas que generan menos ingresos para el restaurante.
En cuanto a la inmigración, un tema de especial relevancia para la viticultura en California, Trump sigue manteniendo una postura firme en cuanto a las políticas migratorias. La industria vitivinícola de California depende en gran medida de trabajadores de origen mexicano, tanto documentados como indocumentados, y aunque Trump lidera en las encuestas en cuanto a este tema, es poco probable que los productores agrícolas apoyen sus propuestas de deportación masiva. La falta de mano de obra podría ser devastadora para los viñedos de California, que ya sufre dificultades debido a la escasez de trabajadores.
Finalmente, la revisión de las pautas dietéticas en Estados Unidos es otro tema en el que la administración de Biden ha sido criticada. Estas pautas se revisan cada cinco años y, en esta ocasión, la responsabilidad ha recaído en el Comité de Coordinación Interinstitucional para la Prevención del Consumo de Alcohol en Menores, un organismo que, según varios legisladores, no es adecuado para esta tarea. Dicha comisión incluye a un asesor canadiense conocido por sus políticas restrictivas sobre el consumo de alcohol, que incluso fueron rechazadas en su propio país. La revisión de estas pautas podría concluir en 2025 y no se ha visto hasta el momento que Harris haya tomado una posición en el asunto.
La industria del vino en Estados Unidos soporta una situación compleja. Aunque el electorado se muestra dividido, existe una sensación general entre los altos ejecutivos del sector de que Trump podría representar una opción favorable para reducir la carga regulatoria sobre los negocios. Sin embargo, las propuestas de Harris en cuanto a políticas económicas aún son poco conocidas, ya que su carrera ha estado mayormente enfocada en temas de justicia y orden. Con solo unos días para las elecciones, aún es incierto cómo la economía y el sector del vino y los licores podrían evolucionar bajo una nueva administración.
La incertidumbre política genera cautela entre los consumidores y las empresas en el país, quienes esperan con ansias los resultados de las elecciones. Lo que parece seguro es que, sin importar el desenlace, muchos estadounidenses necesitarán un buen trago para hacer frente a lo que se avecinan.
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