Viticultores neozelandeses elevan el estándar del Chardonnay

Calidad y terroir se unen en un vino único

Lunes 30 de Septiembre de 2024

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El Chardonnay de Nueva Zelanda representa actualmente solo el 2% del total de las exportaciones de vino del país, según datos de New Zealand Winegrowers, la organización que regula la industria vitivinícola neozelandesa. A pesar de su limitada participación, esta variedad se está posicionando como una embajadora de la diversidad de los terroirs en regiones clave como Hawke's Bay y Marlborough, y más recientemente, en Central Otago y North Canterbury. El interés creciente en estos vinos podría incrementar su importancia en el mercado, aunque el reto persiste en que el Chardonnay solo ocupa alrededor del 6% del total de viñedos plantados en el país. En lugar de centrarse en la producción a gran escala, muchos viticultores se enfocan en técnicas de cultivo y vinificación de precisión para elaborar Chardonnays de alta calidad, dirigidos al mercado de vinos finos.

Steve Smith, cofundador de Smith & Sheth y Pyramid Valley, sostiene que la clave para la sostenibilidad a largo plazo radica en el enfoque en vinos finos, con precios que oscilan entre los 40 y 150 dólares neozelandeses por botella. Smith considera que comprometer la calidad para alcanzar precios más bajos podría afectar los márgenes, lo que a su vez pondría en riesgo la viabilidad de las empresas y perjudicaría la calidad tanto de la viticultura como de la elaboración del vino. Muchos productores coinciden en que el clima y el terroir variados de Nueva Zelanda ofrecen una oportunidad única para crear Chardonnays con un perfil de clima frío y templado.

Las principales zonas productoras de Chardonnay en Nueva Zelanda incluyen Marlborough, con 1,083 hectáreas de viñedos, y Hawke's Bay, con 1,034 hectáreas. Ambas se consideran regiones de clima más fresco, lo que resulta en vinos que destacan por sus características cítricas, mineralidad y toques salinos. North Canterbury y Central Otago, con poco más de 100 y 92 hectáreas respectivamente, también producen expresiones de clima fresco. Por otro lado, Gisborne, con 582 hectáreas, ofrece un estilo más maduro y tropical debido a su clima templado y cálido.

Smith señala que la humedad moderada de Nueva Zelanda, la alta exposición a la luz ultravioleta y las corrientes oceánicas frías en regiones como Hawke's Bay y North Canterbury permiten que las uvas maduren completamente, manteniendo a la vez una frescura notable, una cualidad difícil de encontrar a nivel mundial. En Hawke's Bay, las antiguas terrazas fluviales influyen en los suelos, mientras que en North Canterbury la piedra caliza y la arcilla juegan un papel fundamental. Central Otago, tradicionalmente conocido por su Pinot Noir, también está experimentando un aumento en las plantaciones de Chardonnay. Christopher Keys, de Gibbston Valley Winery, destaca que las plantaciones de Chardonnay en esta zona han pasado de 79 hectáreas en 2020 a más de 100 hectáreas en la actualidad, reflejando el creciente entusiasmo por esta variedad.

Los productores de Central Otago, como Blair Walter de Felton Road, consideran que el Chardonnay se adapta naturalmente a la región debido a su clima más fresco y su similitud con otras zonas vinícolas de alta calidad. Walter sostiene que los Chardonnays de Central Otago son distintos, con una acidez marcada y un manejo moderado en bodega, evitando el uso de barricas nuevas para resaltar las características del viñedo. En Hawke's Bay, la estrategia se centra en la sustitución de viñedos existentes por nuevos clones y patrones de plantación para mejorar la calidad de los viñedos actuales, en lugar de expandir la superficie plantada.

El compromiso con la calidad se manifiesta en las prácticas vitícolas adoptadas por muchos productores. El uso de técnicas de cultivo orgánico, biodinámico y de regeneración es común, y se suele optar por la recolección manual y el prensado de racimos enteros para preservar la pureza de la fruta. En bodega, la intervención mínima es la norma, con un uso moderado de roble nuevo y un enfoque en permitir que el carácter natural del viñedo se exprese plenamente. En Pyramid Valley, donde se ha trabajado con prácticas biodinámicas durante más de dos décadas, nunca se ha utilizado levadura comercial y la bodega confía en levaduras y bacterias autóctonas para dar forma a los vinos finales.

Estados Unidos es el principal mercado de exportación de vinos de Nueva Zelanda, con un valor de 797 millones de dólares neozelandeses (498.62 millones de dólares estadounidenses) en ventas el año pasado. Aunque el Chardonnay sigue siendo una categoría de nicho, el creciente enfoque en la calidad y en la distinción regional está atrayendo más atención hacia la particular interpretación neozelandesa de esta uva borgoñona. Con un énfasis en el concepto de Turangawaewae, que en la cultura maorí combina suelo, clima e identidad cultural, el Chardonnay de Nueva Zelanda está forjando una identidad propia que resiste comparaciones directas con otras regiones vitivinícolas. A medida que más consumidores estadounidenses descubren los estilos matizados de estos vinos, el Chardonnay neozelandés podría convertirse en una parte más significativa de las exportaciones vinícolas del país.

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