Vilma Delgado
Lunes 13 de Septiembre de 2021
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La Conca de Barberà es un territorio vinícola situado al norte de la provincia de Tarragona que brinda a sus visitantes un entorno de gran belleza paisajística y rico patrimonio cultural y monumental. La D. O. Conca de Barberà es una de las más pequeñas de Cataluña, pero no por ello deja de ser interesante descubrir sus vinos, dotados de un carácter único.
Los bodegueros han sabido dotar de una identidad propia a la D. O. gracias a la puesta en valor de los vinos elaborados con la variedad autóctona de uva: trepat. Gracias a sus rutas enoturísticas y a la oferta gastronómica y de turismo activo, esta comarca catalana bien merece una visita para descubrir sus encantos y sus vinos.
La tradición vitivinícola en la Conca de Barberà se remonta al siglo XII en torno a la orden de los Templarios y la abadía de Santa María de Poblet. En la actualidad, la DO Conca de Barberá ocupa 3800 hectáreas de viñedos que producen 150 000 hectolitros de vino al año.
Los pueblos de la Conca de Barberà que componen la D. O. son Barberà de la Conca, Blancafort, Conesa, Espluga de Francolí, Forès, Montblanc, Pira, Rocafort de Queralt, Sarral, Senan, Solivella, Vallclara, Vilaverd y Vimbodí.
El clima mediterráneo y la orografía montañosa, principalmente la sierra de Prades, moldean las características de los vinos producidos en las bodegas de la Conca de Barberà. La presencia de los ríos Francolí y Alguera, los suelos calcáreos, pizarrosos y arcillosos y la altitud, entre 300 y 900 metros, permiten crear vinos ligeros, frescos y con profundidad aromática.
Esta comarca es conocida principalmente por sus vinos blancos y rosados, además de espumosos y vinos de licor.
Las principales variedades de uva utilizadas en la D. O. Conca de Barberà son:
Las variedades tradicionales son la parellada y la macabeo, aunque en la actualidad se producen vinos con chardonnay, tanto monovarietales como coupages.
Ull de llebre y garnacha son las más habituales, aunque también encontramos variedades como mazuelo y monastrell junto a variedades foráneas bien adaptadas al terreno como merlot, cabernet sauvignon o syrah.
Se trata de una variedad de uva tinta autóctona que destaca por su versatilidad. Ya son varias las bodegas de la Conca de Barberá que producen vino monovarietal con esta uva. Se utiliza principalmente para elaborar rosados y cava, aunque ya se producen tintos y blancos con esta variedad.
Los vinos que se obtienen son ligeros, afrutados, de buena acidez y una graduación alcohólica media. Los tintos se benefician de unas cualidades aromáticas únicas y un agradable frescor.
La D. O. ha apostado en los últimos años por la puesta en valor de esta variedad autóctona y su recuperación como elemento diferenciador. Desde 2009, la tendencia es elaborar vinos tintos con trepat, que se destinaba tradicionalmente a los rosados.
Además de la singularidad de los vinos elaborados con trepat, la Conca del Barberà nos permite vertebrar su visita a través de elementos culturales como la influencia monacal cisterciense o el auge del modernismo y su singular arquitectura.
La arquitectura modernista aporta su personalidad a las bodegas de la Conca de Barberà. Aunar enoturismo y turismo patrimonial es uno de los mejores planes que puedes experimentar en la zona. Entre las bodegas modernistas que se pueden visitar destacan:
Fue la primera bodega construida por el arquitecto Cèsar Martinell en 1918. Del mismo autor es la Cooperativa de Pira, que no ofrece visitas, pero sí permite la compra de sus vinos.
Destaca su fachada principal y en la actualidad alberga un museo dedicado al vino y a sus procesos de producción.
Además de vender productos de la denominación en esta histórica cooperativa, merece la pena visitar la localidad de Montblanc, capital de comarca y disfrutar de su museo del vino.
La singularidad de esta uva sirve como eje para una ruta enoturística que combina vistas a bodegas, catas, gastronomía y oferta cultural.
Las bodegas de la Conca de Barberà que participan en esta ruta deben pertenecer a la denominación de origen, elaborar vino con trepat y ofrecer al menos una actividad turística como catas, visitas guiadas o actividades de turismo familiar.
La Conca de Barberà ofrece una experiencia muy recomendable para todos los amantes del vino que quieran combinar el enoturismo y el turismo gastronómico con las vistas patrimoniales.
La influencia del románico y el modernismo se deja ver en bodegas, castillos, calles y monumentos de toda la comarca. No podemos olvidar su riqueza paisajística y su oferta de alojamientos rurales y de actividades de turismo activo para los visitantes que quieran complementar las visitas a bodegas con el contacto con la naturaleza.
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