Peñafalcón, el vino eternamente bueno que pensabas que no existía

A base de conocimiento y esfuerzo, Peñafalcón, bodega de tradición familiar de la Ribera del Duero, ha encumbrado sus vinos al podio mundial de la calidad. Una elaboración natural y artesanal y largos períodos en barrica definen la personalidad de unos vinos longevos, capaces de impresionar a cualquier paladar

José Antonio Sanjurjo

Martes 20 de Noviembre de 2018

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"Tenemos el mejor vino del mundo pero el mundo casi no nos conoce". La afirmación puede sonar presuntuosa, pero en realidad hay tantos argumentos para sostenerla que incluso se queda modesta. La hace Casimiro, responsable de Peñafalcón junto a su esposa María José Arranz. Esta bodega de tradición familiar de Peñafiel, en la Ribera del Duero, refleja como nadie que la apuesta por lo propio en la búsqueda incesante de la calidad se traduce en vinos perfectos.

Casimiro posee una extraordinaria capacidad pedagógica, en la que hilvana el tono ameno con la sabiduría acumulada generación tras generación. De la conversación con él se extrae que el mimo y la paciencia son ingredientes fundamentales de sus vinos. Mimo para cuidar la viña y paciencia en la fase de maduración en barrica y afinado en botella. El resultado: vinos de alta gama, muy exclusivos y con un caché que traspasa fronteras.

TRADICIÓN Y PACIENCIA

"Lo que hagas en la viña te sale luego en el vino", sintetiza Casimiro de Peñafalcón, que practica una viticultura artesanal, no utiliza productos químicos y fertiliza con abono orgánico siguiendo métodos tradicionales. Buena parte de estas tareas las realizan a mano, del mismo modo que la vendimia. El paso de la uva por la bodega recibe también el máximo esmero, siempre con el horizonte de lograr vinos extraordinarios.

Es en ese horizonte, lejano en el tiempo, donde entra la baza de la paciencia, el saber esperar, el trabajo con calma, con un elevado nivel de autoexigencia. Los vinos de Peñafalcón se caracterizan por su larga maduración en barrica, desde un año hasta más de cinco, custodiados como el auténtico tesoro que son.

Su gran virtud es que son longevos y a la vez mantienen y refuerzan todas las características generales de la fruta. "En la barrica siempre está funcionando y en desarrollo -comenta el bodeguero-, tiene la buena base de su madre, la viña, y lo da todo cuando está el vino ya curado".

Así obtienen vinos "naturales, de trago largo, que impresionan a cualquiera que los pruebe, incluso a quien al principio dice que no le gusta el vino". Sus múltiples reconocimientos lo acreditan. De hecho, todos los vinos Peñafalcón de cinco años en barrica han logrado medallas de Gran Oro en los más destacados concursos internacionales de vinos. Y más de un asiduo cliente francés, muy entendido en enología, ha revelado que los vinos de Peñafalcón son la envidia de vinos galos bastante más caros.

POCO Y BUENO

La bodega tomó forma en 2000, cuando sus propietarios dieron el paso de elaborar para el mercado vino que hasta entonces sólo disfrutaban familiares y amistades. Desde entonces no ha dejado de crecer, pero poco a poco. Ante todo, mantiene su carácter prácticamente artesanal. Aunque han alcanzado vendimias de 70.000 kg, considerables para una bodega de su rango, sus expectativas de futuro no pasan por la cantidad, esa no es su batalla, sino por la calidad. "Poco y bueno", defiende Casimiro de Peñafalcón, lo que no deja de ser un posicionamiento estratégico en el que hay que invertir mucho esfuerzo. Y dinero, por qué no decirlo.

Por eso, con tal producción limitada, de alta gama, Peñafalcón se encamina a consumidores que saben valorar y buscar los buenos vinos, aunque tengan que esperar por ellos cuando sea necesario, para poder contar con vinos redondos, plenamente hechos, elegantes de verdad.

Casimiro de Peñafalcón anima a conocerlos. Consciente de que hay un sector social al que le puede espantar cierta parafernalia que rodea la enología, él defiende que "todo el mundo entiende de vinos, y mucho, otra cosa es que no logre expresarlo con precisión, pero todo el mundo tiene paladar y distingue un buen vino de uno aún mejor". Él es buen testigo en diversas visitas de gente aficionada a su bodega: "dicen que no entienden y tienen dudas, pero prueban el de dos años en barrica y les impresiona, luego sacas el de tres y ya se olvidan del otro, pero con el de cinco años ya se olvidan de los anteriores porque está tremendo, buenísimo", comenta.

LA VISITA, UNA CLASE MAGISTRAL

El club de amigos de Peñafalcón tiene dimensión internacional. Las ventas al exterior representan el 70% del total. La participación en ferias y eventos especializados o las ventas en la web son dos importantes vías importantes de comercialización, pero quizá la principal sea el enoturismo y la posterior difusión boca-oído entre los visitantes.

Y es que Peñafalcón es de esas bodegas que es necesario conocer in situ. En su firme apuesta por el enoturismo, destinan 1.200 metros cuadrados de sus instalaciones exclusivamente para los visitantes. Ese espacio se ha convertido en un auténtico museo sobre la tradición vitivinícola y enológica de la Ribera del Duero. En él se exponen desde arados romanos hasta las herramientas y aperos que manejan en la actualidad. El visitante no se limita a ver el arado romano, el husillo o la viga del viejo lagar, sino que recibe información sobre las distintas piezas y su época de utilización. Se hace una explicación de los trabajos que se realizan en el campo porque "lo que hagas en el campo es muy agradecido en la elaboración de vinos de gran calidad", recuerda Casimiro.

El repaso, repleto de anécdotas muy ilustrativas, permite explorar la historia del vino en la zona desde la presencia de los pueblos vacceos hasta la actualidad. Capítulos especiales para los antiguos lagares propios de la región, bodegas subterráneas donde se elaboraba el vino de forma comunitaria.

La visita a Peñafalcón, que dura algo más de dos horas, se completa de la mejor manera: con una cata comentada con el mejor tesoro guardado, los vinos Peñafalcón de cinco años en barrica. En realidad es una masterclass de vinos en la que se pueden conocer los vinos de la bodega en todo su esplendor. Existen diferentes opciones, todas ellas muy completas, para las que es preciso reservar previamente.

De este modo, en la Visita Especial se degustan los vinos Peñafalcón de dos años en barrica y dos años en botella, Peñafalcón de tres años en barrica y tres en botella, y la joya de la Bodega Peñafalcón, con cinco años en barrica y cinco años en botella, añadas 2006, 2007 y 2009. Los comentarios, con gran fundamento técnico pero comprensibles para todo el mundo, ayudan a analizar las fases visual, olfativa y gustativa del vino. La Visita Vip se centra en vinos de gama alta de las añadas 2006, 2007 y 2009, todos con cinco años en barrica y reconocidos con medallas Oro y Gran Oro. Y en la Visita VVVIP, todavía más personalizada y exclusiva, los protagonistas son cinco de los vinos delicatesen de la bodega, incluyendo los incuestionables 'La piedra que lo vio nacer' y 'Vendimia Seleccionada 2003'.

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