Toro, cuna de grandes vinos a orillas del río Duero

La localidad zamorana, bañada por el río Duero, cuenta con un importante patrimonio natural que se suma a su oferta cultural, histórica y gastronómica

Martes 17 de Octubre de 2017

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Toro no es solo una marca de vinos de calidad, es además una ciudad histórica y monumental. Cuna de grandes vinos y regada por las aguas del río Duero, la localidad es también patrimonio natural. Enclavada en un entorno incomparable, cuenta con varios senderos que recorren estas fértiles tierras, miradores que son ventanas a los parajes más hermosos de la comarca y extensos pinares que hacen de la ciudad de Doña Elvira un destino histórico, cultural y natural de obligada visita

La ciudad de Toro es un tesoro aún por descubrir; famoso por sus vinos y con un rico pasado plasmado en sus calles: preciosas fachadas de palacios y casonas renacentistas, conventos y monasterios, su colegiata, su alcázar... Sin embargo es también patrimonio natural. Situada en la llanura entre las Tierras del Vino, Del Pan y La Guareña, la ciudad de Doña Elvira fue siempre un lugar estratégico, defensa de la línea del Duero entre cristianos y musulmanes.

Precisamente el río Duero es un elemento central del relieve y la morfología del municipio, que se extiende por encima y debajo del caudal, con tierras de cultivo cubiertas de viñedos, que aportan a la localidad y su entorno una riqueza protegida con la Denominación de Origen Toro. El río ha ejercido un drenaje espectacular del territorio de su amplio valle, que en algunos puntos puede superar los 6 kilómetros de anchura, determinando su particular fisonomía de terrazas, laderas, abarrancamientos y fondos de valle.

Existen diferentes rutas etnográficas y paisajísticas: fuentes, miradores, caminos y senderos para el disfrute, tanto a pie como bicicleta. También parte del camino de Santiago, recorridos entre pinares y viñedos, surcan la comarca.

Perderse en la tranquilidad poniendo en pausa al tiempo. Los miradores de Toro son una oportunidad para relajar pensamientos. En el paseo del Espolón la vista de la vega toresana es insuperable. Ubicado en los jardines aledaños a la Colegiata de Santa María la Mayor, se pueden ver los campos de regadío que se extienden a lo largo de la ribera del Duero. En días soleados, además de disfrutar de preciosos atardeceres, es posible divisar pueblos a más de 20 kilómetros de distancia. De reciente construcción, 2008, fue diseñado por los arquitectos Ángel Casaseca y Claudio Pedrero. El paseo bordea la atalaya sobre la que está situada la ciudad.

Queriendo perderse entre el tesoro histórico y arquitectónico de Toro, entre la Iglesia de San Salvador de los Caballeros y el Monasterio de Sancti Spiritus, se encuentra el Puerto de la Magdalena. Desde allí se puede disfrutar de otra asombrosa vista que, en esta ocasión, deja ver montañas escarpadas de color rojizo.

La meseta castellana es zona de pinares y monte bajo. Toro mantiene gran cantidad de bosques de esta especie arbórea, además de encina y jaras, que a su vez son fuente de recursos económicos. El Monte la Reina es un paraje natural que albergó un campamento militar y ha sido lugar de entrenamiento para miles de soldados. Hoy en día es una gran extensión de pinares de más de 1.200 hectáreas, donde cohabitan más de 150 especies animales, siendo uno de los pinares-isla más importantes de Castilla y León. Dentro de este patrimonio natural no podemos dejar de hablar del denominado Pinar de la Ciudad, con más de 700 hectáreas, y siendo uno de los parajes con más sabinas de toda la región.

Existe un amplio número de fuentes en el término de Toro, un total de 83 catalogadas y estudiadas. Cabe destacar El Pozo del Tío Rodrigo, uno de los tres manantiales con los que se abastecía la ciudad.

Patrimonio monumental, bodegas históricas, gastronomía y patrimonio natural bajo los ojos del Río Duero. Estos son los pilares de la oferta turística de Toro, un destino aún por conocer y disfrutar.

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