Los embajadores de Montilla-Moriles en el país del Sol Naciente

"Yo utilizo el Pedro Ximénez para fundirlo sobre tortitas en los postres", dice Kosya Nakase, interrumpiendo la explicación que está recibiendo sobre este vino dulce, cuya comercialización depende en parte de la Denominación de Origen Montilla-Moriles, responsable del 90 % de su producción.

La sorpresa entre los responsables de la charla tiene un punto de diversión, puesto que están tratando de dar a conocer su producto a tres posibles compradores con mucha mano en el país del sol naciente, y uno de ellos, Nakase, se revela como un auténtico experto en las virtudes de los vinos blancos, incluidos los olorosos.

De hecho, este japonés amable, que se defiende con soltura en español, tiene el récord 'Guiness' de número de vinos de Jerez en un sólo establecimiento, el 'Sherry Museum', el local que regenta en Tokio y en el que ya oferta vinos de la DO cordobesa.

A su lado, de visita a las viñas y las bodegas de Montilla-Moriles están también Yuichi Sato, que regenta un club privado para bebedores de whisky y vinos generosos en Nara, y Noboyuki Odawara, propietario de la tonelería Ariyake en Kioto, que lleva más de 70 años abasteciendo a productores de whisky y sake japoneses.

Los tres llevan desde el pasado fin de semana en la zona, dispuestos a convertirse en embajadores del vino de Montilla-Moriles, y para ello se han empapado de toda su idiosincrasia, desde la producción a la degustación, con una importante parada en el arte de la venencia a la manera de esta denominación cordobesa.

De hecho, desde ayer, Nakase y Sato son los dos primeros venenciadores con un título oficial de Montilla-Moriles. Una acreditación que, en el caso de Nakase, suma a la que ya tiene de la DO de Jerez.

No obstante, este experto explica a Efe que el vino de Montilla-Moriles tiene caldos "históricos" y se diferencia del Jerez porque es "más fuerte y más oscuro".

"Hoy, nosotros no tenemos información de Montilla-Moriles, pero tenemos que comerciar este vino para los japoneses, especialmente entre los 'somelier' y los bartender", señala el propietario del Sherry Club que, tras su visita, se ha fijado como objetivo conseguir un nuevo récord Guiness a partir de vinos de la DO cordobesa.

Nakase se muestra como el más experimentado en estos caldos, en parte por su conocimiento del español y también porque no duda de su potencial para acompañar a la comida japonesa. "Por ejemplo, un sukiyaki con oloroso, o un fino con tempura o con sashimi", añade cuando le preguntan por las posibilidades de estos caldos en la gastronomía japonesa.

También conoce el arte de la venencia a la perfección, aunque tanto él como Sato prestan mucha atención a la clase práctica que les da el maestro venenciador Rafael Fernández, que se muestra partidario de permitir la escancia con personalidad propia, pero que da unos pequeños trucos para calentar a sus alumnos.

Fernández asegura que, a la hora de enseñar la venencia a cualquier persona, "hay que dejarla a su libre albedrío", porque "cada venenciador tiene su estilo propio".

Con la entrega de los diplomas, Nakase, Sato y el tonelero Odawara, -que en la clase permanece atento pero en un discreto segundo plano-, dan un paso más como embajadores del vino y casi dan por concluida una visita que comenzó en el Museo de la Cultura del Vino y ha continuado en numerosas bodegas y lagares de la zona.

En ellas, según explica Isabel Calvache, de la empresa especializada en turismo asiático Caracol Tours, la comitiva "quedó impresionada por la fuerza de la levadura autóctona, los aromas de los vinos nuevos y de los finos, y su gusto entre dulce y amargoso".

Calvache cree que los tres visitantes "están convencidos del enorme potencial de estos vinos y se autodesignaron embajadores de Montilla-Moriles" durante la visita.

Ahora solo resta ver si, tal y como se suele decir de los japoneses, cierran el negocio y los vinos de la DO cordobesa empiezan a brillar en el país del sol naciente. EFE