Los fenicios, el origen del comercio del vino

Los fenicios plantaron viñas y fueron un pueblo con un activo comercio del vino, llegando a abastecer durante siglos al imperio egipcio

Redacción

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Los fenicios eran un pueblo semita cananeo procedente originalmente del mar Eritreo, actual Mar de Omán, desde donde emigraron en el año 2900 a. C., hacia su definitiva radicación a orillas del mar Mediterráneo.

Fenicia (hoy República Libanesa) nunca fue un estado unificado en la acepción moderna del término, sino más bien un conjunto de ciudades cuyos habitantes vivían del comercio marítimo y de las industrias relacionadas con éste, siendo sus centros más importantes las ciudades de Tiro, Sidón y Biblos.

Según el historiador griego Heródoto, los fenicios fueron un pueblo “cuya geografía lo arrojó al mar”, refiriéndose a lo accidentado y montañoso de su territorio, situado en lo que actualmente es el Líbano.

Descendientes de los antiguos cananeos, fueron comerciantes y mercaderes muy activos y prósperos. Buscaban y transportaban de un extremo a otro del Mediterráneo materias primas y toda clase de productos manufacturados por ellos y por los pueblos de oriente.

Eran excelentes navegantes y audaces exploradores y contaban con una numerosa flota comercial y de guerra, esta última protegiendo siempre a los barcos mercantes.

Llegaron a establecer colonias y factorías en prácticamente todos los países ribereños del Mediterráneo y de hecho, sirvieron de enlace entre las grandes civilizaciones antiguas de Oriente y los pueblos del Occidente.

Su activo comercio los llevó a inventar el alfabeto, que luego sería adoptado por los griegos y posteriormente por los romanos, quienes lo transmitieron a todo el mundo occidental.

Los fenicios vendían en Grecia, en Italia, en Egipto y en todas las costas bañadas por el Mediterráneo donde les quisieran comprar, tejidos teñidos de púrpura, maderas finas, plata, incienso, mirra de Arabia, piedras preciosas, especias, marfil de la India, vasijas de cristal, seda de China, esclavos, caballos del Cáucaso, y más que ninguna otra cosa, vino.

Durante siglos abastecieron de vino a Egipto y también fue un artículo clave en sus activos intercambios comerciales con las incipientes ciudades-estado griegas, comercio éste centrado básicamente en Tracia.

Al mismo tiempo plantaron viñas en todas sus colonias y en los alrededores de sus factorías, tanto en las del norte de África (entre ellas la ciudad de Cartago, que posteriormente heredaría todo el poder fenicio) como en las de la península ibérica (Cádiz y Málaga, entre otras), en Francia (Marsella) y en Italia.

Eutymos, geógrafo griego del siglo VI a.C., menciona que alrededor del año 1100 a.C. los fenicios cultivaban viñas en la zona de Jerez, lo mismo dice Estrabón, del siglo I a.C., en su obra Geografía y también el historiador romano Rufo Festo Avieno, del siglo IV d.C.

Recientemente se han hallado dos lagares en un yacimiento arqueológico fenicio del siglo VII a.C. conocido como “el Castillo de Doña Blanca”, ubicado entre las ciudades de Jerez de la Frontera y El Puerto de Santa María.

En la actualidad en el Líbano la vinificación es buen negocio y el país mueve más de 4 millones de botellas cada año.

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